jueves, abril 26, 2007

Destinado a personas o cosas

( ♪ waves of grain, two gallants ♪ )
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Todo lo que te pida, y todo lo que me des, está muerto de antemano. Y a lo que creo que hay después de esa muerte, lo que me da fuerzas para superarlo, le pasa lo mismo. Y a lo que te digo que no dejes escapar. Y a lo que yo, en silencio y a solas, retengo también por un tiempo. Y a lo que nos nubla a menudo, lo que nos permite periodos enteros de inconsciencia. A nuestros sueños, nuestros proyectos, nuestros quehaceres y nuestros recuerdos, en ese orden concreto.

Para seguir con la lista basta con escoger cualquier cosa de tu alrededor. Quizá aún no te estés resignando, persona o cosa, no sé qué coño eres. Lo intuyo únicamente.

No olvides que debes olvidarte de todo esto por norma general. Y cuando lo recuerdes piensa que yo no me olvido de que lo sabes. De que no me puedes engañar. Y lo mismo te pasa conmigo. Por eso lloramos juntos a veces. Por eso volamos a veces tan alto.

Todo esto es tan cierto que me duele el teclearlo.
Todo esto es tan cierto que me duele el teclearlo.
Todo esto es tan cierto que lo vuelvo a teclear.
Ya me he desconcentrado. Ya no me duele el teclearlo.
(Es que no es fácil mantenerse en el limbo necesario donde entender todo esto)

¿Por qué sigo pidiendo, dando, creyendo, recomendando…y teniedo sueños, proyectos, quehaceres y recuerdos, en ese orden concreto? Eso, niños míos, no es ni siquiera cosa de los mayores. Pertenece a los que estamos menos muertos, precisamente porque lo reconocimos. Es sólo estrategia. Es la táctica de hacer ver que crees, de hacer ver que no te has dado cuenta, de mirar hacia otro lado. El otro lado. De fingir que bombeas tu corazon, que tienes aliento, que sudas, respiras y gimes como los demás. En definitiva, la táctica de seguir vivos. Todo un arte. El ejemplo más irónico del arte de la guerra. El arte más inútil de la guerra más macabra.

domingo, abril 22, 2007

La liebre y la tortuga. Y lo otro



También sucede cuando vas por la carretera. Un coche te adelanta, a 150. Te lo encuentras parado en el mismo stop que tú, poco más tarde. Y piensas que no le ha servido de nada ir tan rápido. Que ha corrido un riesgo innecesario.

Otras veces eres tú el que corre. Adelantas a los demás y no piensas en lo que piensan. Sólo sabes que estás llegando tarde. O que hay pocos coches y es de noche, y que simplemente te apetece correr un poco.

Algunas veces infringes las normas, por debajo. Vas por una carretera tú solo escuchando alguna canción, o mirando alguna casita. Vas a 15, o a 20. Te apartas para que te adelanten los que no corren mucho ni poco. Los que simplemente tienen la tarde del viernes libre y vienen de hacer la compra.

Y cuando eres tú el que examina si este va muy rápido, si aquel va muy despacio…tus cálculos se acaban brúscamente porque ese que corría tanto ya no está. Giró por otro camino. Y el que va tan lento se ha parado en el arcén, a coger a un autoestopista.

El camino de cada uno, independientemente de la velocidad, está en el aire de antemano. Tú decides en qué partes del recorrido vas a correr más y en cuáles menos, pero ten por seguro que tu trayecto acabará justo donde tenía que hacerlo, justo en o antes de tu destino. Quizá después. Las cosas no serán finalmente diferentes de como van a serlo.

Vivir deprisa no debería ser una actitud. Sólo una parte de tu recorrido, tan necesaria para tí en algunos momentos como frenar y pararse otras veces. Lo digo por esas balas nunca mejor dicho perdidas, que destrozan en ocasiones el sentido del quitamiedos. Pero lo digo también por esas tortuguitas de andar decidido,claro y correcto, que me resultan más respetables pero no por ello menos inconscientes.

viernes, abril 20, 2007

Última mentira

( ♪ experimentos con gaseosa, los planetas ♪ )




Al decir las palabras adecuadas se abrirán ante tí laberintos y ventanas. El caudal de las más cálidas aguas te traerá al lugar donde nunca falta nada. Guárdame dentro un sitio, necesitaré cobijo cuando vuelva de viajar alrededor. Llévate lo que puedas porque queda un duro invierno por pasar y yo volveré arrastrándome al final. Guárdame dentro un sitio donde pueda estar tranquilo. Donde pueda retirarme a descansar. Necesitaré cariño cuando esté cansado y no pueda viajar.


La idea de experimento como manera de vivir fue la que principalmente dio nombre a este blog. Y no puedo negar la curiosa coincidencia de que haya un libro de Sloterdijk que se llama Experimetos con uno mismo, y que sospechosamente se encuentra en mi estantería…

Pero hubo más factores, como esta canción de Los Planetas. Si uno la oye y la escucha bien, corre el riesgo de creer que es inmortal. Que la guerra o el viaje es la vida. Y que después viene el lugar donde nunca falta nada. Y eso te alegra tremendamente la existencia, mientras dura la canción.

Al acabar entiendes que esos lugares son tan sólo una canción, un pequeño rincón, cierta conversación con cierta persona en un momento muy concreto…en cualquier caso pequeñas ilusiones que son lo único que poseemos de verdad, dentro de nuestra cabeza. Porque los recuerdos, por ejemplo, son algo siempre esclavizado por esas pequeñas dirigentes en función de las cuales incluso modificamos en nuestra memoria lo que realmente pasó.

Al acabar recuerdas que no eres infinito. Y si tengo tiempo, si la vida me lo permite, querría escuchar esta canción 5 minutos antes de morirme. Este sería mi último deseo personal. Y el minuto y medio que sobra lo dedicaría a una mezcla entre respirar, llorar y reir irónicamente. Todo esto, a poder ser, aderezado con un rayo de sol pegándome en la cara.

Gracias por tan preciosa mentira sublime.

miércoles, abril 18, 2007

Se ofrece callejón sin salida

Que no me sirven mis propios intentos de sentido es algo que ya sé desde hace tiempo. Soy consciente. Y he aprendido a vivir con ello, aunque no sé hasta que punto esto es sostenible…

Y que los vuestros me resultan aún más inocentes e inconsistentes es otra cosa que voy confirmando con el tiempo. Y soy yo el que en mi cabeza se imagina que un día os dais cuenta, cuando ya habeis basado demasiadas cosas allí, de que toca cambiar de sueños, de principios y de fines. No se lo deseo a casi nadie…

Los únicos a los que no me refiero con esto saben quiénes son al leerlo. Sabemos que sólo hay una cosa que es verdad. Que es dura, triste, demoledora. Y que todas esas patrañas que ilusionan son sólo eso, patrañas que ilusionan. Y que son buenas, realmente buenas, sus armas de seducción y convicción. Y el pegamento que os aferra a ellas.

Ver las cosas así es un callejón sin salida tan cierto y tan oscuro como todos los callejones esos que se anuncian, pero no avisan, de que es igual de cierto, y de oscuro, su punto final o intermedio que tampoco tiene salida. Y no hay otro tipo de callejones. Ni siquiera hay otro tipo de calles ni de sitios por los que desplazarse.

Y a veces esto es algo que me gustaría que se reconociera, a escala mundial. Y basar todo lo que hacemos consecuentemente con esto. Una vez limpiada la mierda de las cabezas de todos, podríamos seguir con una vida idéntica a la que tenemos, si siguiéramos queriendolo, que es lo que dudo de verdad.

Aseguro que se puede vivir aparentemente como todos sin creer en nada de lo que dicen, riéndose de esa otra manera.

Las pocas coincidencias que entonces se producen tienen otro sabor. Lo más cercano que he estado de la verdad. Lo más alto que he volado en mi vida.

Realmente, si soy sincero, no. No tengo sueños. Pero tengo unas cositas en la cabeza que se les parecen. Pero repito, no son sueños. Los sueños no suelen acabar.

jueves, abril 05, 2007

Mi pequeña campaña de tráfico

( ♪ tear, red hot chili peppers ♪ )

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Cuando se acercan al coche no notan nada extraño. Todo está, como siempre, en su sitio. Por poco tiempo, pero en su sitio. Como siempre. Todo en un mismo tono de las cosas.

Los que se matan en coche no aprecian nada distinto en el tintineo de las llaves el día de su muerte. Y tampoco les molesta especialmente el respaldo en ese día. Ni el cenicero huele demasiado a tabaco. Ni el ambientador demasiado poco. Y el cristal está igual de sucio o de limpio que siempre. Ya es tarde para ajustar cuentas. El depósito quizá en reserva, lo que haría todo aún más triste. Y todavía no sabrías seguro cómo cambiar una rueda. En caso que te tocara. Ni el tráfico está especialmente rápido. Tampoco especialmente lento. Puede que haya llovido pero eso no es determinante.

La puerta al cerrar, sin que el conductor lo sepa, se bloquea eternamente. Y todas las partes del coche lo saben. Parece que en la muerte el entorno se alíe, sin mala intención especial. Sólo se alía, porque ese día a alguien le toca morir, y hay que proporcionar las condiciones necesarias para que se produzca el accidente. No tiene mucha más explicación.

Sólo es mi pequeña campaña. Mi lejana advertencia. Para que pienses que nada te avisará de que te matas hasta que te estés matando, que es cuando creo que se produce esa luz, o esa intuición. Ese incierto pensamiento de que algo no va bien. De que este hecho estará demasiado desviado, de lo que se supone que es ir mal. Y no hacia el sentido positivo, sino hacia otro más desastroso aún. El que nunca imaginaste. El que creíste entender al oír esas cifras de muertos, 7 más o 15 menos que en el mismo período del año anterior.

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