domingo, octubre 22, 2006

Domingo, primer día de la semana


Un domingo es un buen día para comenzar un blog. Semana nueva, vida nueva. O algo así. Empiezo este experimento con dudas, lógicamente. Con dudas primero sobre mí mismo. No por si lo voy a mantener, porque eso no depende en absoluto de mí. Sino por si voy a querer seguir manteniéndolo.

Esto tampoco depende de mí, pero de alguna manera lo noto más conectado a mi cerebro, y creo que tengo cierta capacidad de decisión en ese aspecto.

También tengo dudas respecto al resto, respecto a vosotros. A la imprevisible red. Respecto a cómo esta comunicación se va a realizar. Y eso es parte de la investigación. Me interesa descubrirlo en carne propia.
El otro día hablaba con una persona, que tiene un blog, que me dijo que lo intentara. Y creí que le entendía cuando me explicaba lo que ganas y lo que pierdes en esto. Por suerte lo que puedes perder no es muy grande, pero de lo que puedes ganar no me hice una idea hasta que no me puse a escribir un par de líneas, pensando que ésas ya eran para el blog. De la exposición que eso supone. De la genial exposición. Del saber que en Japón podrían leer estas cosas, allí, ahora, aunque no lo vayan a hacer, pero podrían. Esa arma tiene mucha fuerza hoy en día en nuestra realidad. Ese “pero podría…” es de doble filo. Como podría y soy consciente, estoy tranquilo. Pero precisamente porque podría también hacer un millón de cosas más, por cada una que escojo dejó miles en la cuneta. Es como cuando te sacas el carnet de conducir. Nunca irás a China en coche. Y mucho menos pasando por Finlandia, bajando luego hasta Sudáfrica y pasando por Azerbayán. Pero si quisieras…


Pienso en mis amigos, los más cercanos, los primeros en leer estas líneas. Entonces sonrío.
Pienso también en los amigos de esos amigos, los que conozco y los que no. Y de todos estos pienso en los que leerán esto y sientan que me conocen, que me entienden, estén de acuerdo o no. Este blog es primero para mí. Después para ellos.
Hay otro grupo de personas que lo leerán, y con un par de veces les bastará para decidir que no hacia falta agregar esta dirección a sus favoritos. Aquí habrá los que me conozcan y los que no. Yo desconozco por igual a estos primeros y a los segundos. Pasa mucho, esto de conocer alguien y no reconocerlo. De mirar en la cara de alguien la zona que corresponde normalmente a los ojos y ver una especie de mancha negra (o blanca a veces) que no dice nada, que no se identifica, que no se defiende, que no lo hace ni consigo misma. Que es muda. Que se podría decir que está muerta, si no fuera porque de vez en cuando parpadea.
He olvidado las personas que leerán esto y que no les interesará, pero que tendrán toda la razón del mundo.
Hay también personas que les guste o no, les interese o no, no lo leerán. Estos casos son como la libreta que perdí. Una libreta pequeña, que llevaba siempre encima. En ella apuntaba todo lo que consideraba importante (tengo muy mala memoria), y lo clasificaba con unos pequeños iconos que separaban los datos en Películas, Música, Libros, Ideas a desarrollar, Temas a investigar, Personajes…Estaba a punto de terminarla. Pensaba pasar a limpio todas las cosas en folios por categorías, y me tranquilizaba pensar en el trabajo que había en esa libreta. Porque es importante tener trabajo de ese tipo. Pero un día de repente la perdí y no se dónde. Pues bien. Estas personas me sugieren algo similar a la pérdida de la libreta. Podía haber mucho jugo, podrían ser todo tonterías, podría redireccionar alguna parte de mi vida, o todo esto podría haber resultado una pérdida de tiempo. No sé. No lo sé. No se nada, porque ni me acuerdo. Pufff. Adiós. Ni eso. Humo. Agua fría. Ya está…
Pienso en mi familia, en mi padre, en mi madre, en mi hermana, en mis abuelos, en mis primos… que posiblemente nunca lean esto.
Pienso en mis perros, que aseguro que nunca lo leeran.
Y pienso en que seguramente me deje algunos grupos.
Menos mal que siento que no pasa nada. Que por casi todo, no pasa nada. Que sucede y punto. Que lo vivo y punto.

Punto.

De lunes a viernes (más o menos), abro mi oreja derecha para que paseis, deis una vuelta por mi cabeza y salgais por la izquierda.

Un saludo a todos y bienvenidos

jesús