viernes, diciembre 15, 2006

Hi-Fi

(♪ demasiado buena para escucharla con tu equipo de música actual: birds, electrelane ♪)

¿Nos compensa la alta fidelidad o simplemente creemos que suena mejor?

Yo pienso que por un lado creemos que nos compensa y que por el otro sabemos que suena bien. Que le suena bien a papá y mamá, a la iglesia y al gobierno, al otro miembro del equipo y a nuestra propia caja de resonancia.

Esta mayor calidad del sonido hace que a la mayoría le compense de verdad. Este es el motivo de que organicen su vida en stereo, cuando nadie se lo había impuesto. En ese momento proclaman a gritos su falta de originalidad, sus pocos cojones (los de afrontar esto solo), su pseudo-simbiosis con el otro, su happiness.

En mediamarket les vendieron el equipo, esposas de regalo incluidas en el paquete, y se lo llevaron todo en una bolsa que irónicamente rezaba al cielo: Yo no soy tonto

Vendrán caricias y camelos, lunas de miel y caramelos; pero de la mano traerán represiones y arrepentimientos, perdones y te quieros. (Esto no es ningún poema. No me mola que rime…:) )

La alta-fidelidad, consciente de su potencia, se frota la manos mientras hace el agosto. Sabe que mediante el sistema stereo proporciona mayor ambientabilidad. Generada de manera artificial, sin duda, pero es cierto que reproduce un entorno acústicamente más confortable. Empalagoso pero deseable. ¿Quién no quiere una pareja?

Recrear la realidad idealizada a la que aspiramos debido a nuestra inconsciencia es una manera rastrera de ganarse al público.

Por eso defiendo y propongo una nueva alta fidelidad, que empiece por la sinceridad total con nosotros mismos, y sólo más tarde, unos días después, con la otra persona. Algo que prácticamente no se da en nuestros días.

El modelo convencional de pareja pretende, sin conseguirlo casi nunca, mantener la fidelidad respecto a la otra persona como uno de los argumentos más básicos. Esto lleva a las represiones y arrepentimientos antes mencionados. Por tanto, a que primero la traición nos la realicemos a nosotros mismos. Y finalmente a la otra persona, cuando la relación se ha vuelto más monótona; convirtiéndose muchas veces en algo oculto pero consentido por ambas partes. Pocas cosas más tristes e indecisas…

Importante el matiz de que la traición se consuma con el hecho, pero que mucho antes ha nacido en el pensamiento, en el centro del cerebro. No nos engañemos.

Si empezáramos desgranando nuestras pasiones, nuestras segundas intenciones, las cosas que nunca contamos…y esa fuera nuestra carta de presentación, no llegaríamos a la conclusión de que ha de haber una persona más especial. Entenderíamos que lo lógico e inevitable es que haya varias, y de múltiples colores y texturas. Y que la interrelación entre ellas es lo más normal. Que ya no escuchamos música con sistema dolby sorround en lujosos lofts insonorizados perdidos en el soho neoyorkino; sino que tenemos un solo auricular que apenas aguanta en la oreja mientras reproduce música en mono, en un bote que se hunde, a tres millas de la costa islandesa.

Por cierto: otra ventaja del sistema propuesto en este texto es que aquí no hay ni feos ni guapos, ni atractivos ni sensuales, ni platónicos ni misteriosos.

No. No caben en esta propuesta misóginos, asexuales, ninfómanos ni parejas cerradas. Nunca mejor dicho.

En cualquier caso, toda esta discusión es secundaria. Se refiere a las relaciones con otras personas, lo que desde el principio ya supone artificiosidad. Lo importante es escuchar buena música y,

con los auriculares puestos, solo, en mono, silencioso, ateo, callado, activo, reactivo, sonriente, atento, lúcido, translúcido, crítico, humilde, potente, expectante, flexible, escéptico, expresivo, sublime y mortal

bailar acompasado sobre nuestras propias tumbas.


Gracias por la metáfora, Efe.

No os perdáis el post de hoy en el blog de Ben Clark (en otros blogs). El tema os resultará familiar, y esta recomendación también...

1 Comments:

At 15 diciembre, 2006 10:41, Anonymous Anónimo said...

Sos un copión! Ja ja ja, me gusta... Pero es difícil, la honestidad brutal, término que siempre me ha gustado usar contigo, es algo difícil, implica un alto grado de comunicación. Algo que no abunda en nuestra sociedad, la sociedad de la comunicación. Irónico no?. En fin, yo creo que lo mejor es un tocadiscos, con manivela si puede ser... Y que cada cual interprete lo que quiera con eso... Salud amigo!

 

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