jueves, enero 04, 2007

Mientras puedas

(♪ We rule the school, Belle&Sebastian ♪)
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No lo dice ningún estudio, sino la física. El sentido común. La probabilidad:

En un choque a 900 km por hora, en avión, es prácticamente imposible sobrevivir.

Mateo esto lo sabía.

Volaba con todos aquellos otros seres vivos. Desde el comandante hasta el último pasajero, pasando por el hámster de la bodega.

Pero no pertenecía al primer grupo, el de gente que lloraba desesperada. Ni tampoco al segundo, el de los que conscientes de su muerte, cuestión de minutos, tenían la vista perdida, más allá de la alineación de inútiles mascarillas que colgaban del techo como adornos macabros. Guirnaldas hechas con intestinos.

Mateo formaba parte de un tercer grupo. Compuesto por él mismo. Por él sólo.

Con sus veintipocos años, quien lo habría dicho…se sintió el padre de todos.

Nunca había hecho nada parecido en la vida. Como mucho alguna caminata arrastrando los pies, en una manifestación contra la guerra.

Pero ese día consiguió que todos se callaran. Que le respetaran. Que admiraran el momento. Que se derrumbaran ante lo sublime, como perras viejas al sol.

De repente notó una gran fuerza. Una enorme liberación. Se sobrepuso al echo de que iba a morir. Desmitificó el valor que le había dado hasta entonces a la vida, sus últimas neuronas se apagaron convencidas de aquello; y les regaló allí mismo, en vivo y en directo, la última y verdadera obra de arte a todos los demás pasajeros. La primera también para muchos de ellos.

Entre sollozos, oraciones y parejitas de ancianos abrazándose, Mateo se levantó y recorrió todo el pasillo, tocando a su paso todas las cabezas. La mano izquierda y la derecha a la vez. Una pequeña caricia a cada uno. Sintiendo pelos de todos los tipos: lisos, alisados, rizados, rapados, abundantes, escasos…disfrutando de sus texturas. Con los ojos cerrados. Respirando hondo. Caminando despacio.

Llego al final del avión, giró, y prosiguió con su happening personal. Su primera y última performance. Con el festival de escalofríos y emociones contradictorias.

Una vez hubo pasado por todos los asientos, se dirigió el centro del aparato. Se quedó allí de pie. Con los brazos colgando. Casi tocaban el suelo. Cortó el rollo un momento, para rascarse detrás de la cabeza. Y volvió a quedarse allí en medio. Inmóvil. Eterno. Sonriendo a todos, los otros 194, que le miraban esperanzados, creyendo que Mateo les sacaría de allí. Cedió en última instancia la lógica. Se rindió ante el precioso último intento de aquel chico de hacer algo bonito, de no dormirse, mientras le fuera posible, como dice la canción.

Dentro de lo triste de morir de aquella forma, sin preparación para nada, sin familiares advertidos, sin tiempo ni para decirle al enemigo que siempre le has querido… fue una de las mejores maneras de despedirse de la vida gracias a Mateo.

Podría haber fundado una religión con lo que hizo sentir a las personas que viajaban con él, si hubieran sobrevivido, si la historia se hubiera contado, o recordado, y no inventado, como estoy haciendo yo ahora.

Mateo es aleatorio.

Nació en mi cabeza, tras las típicas turbulencias, volando de vuelta a casa.

Do something pretty, while you can.

4 Comments:

At 06 enero, 2007 13:03, Blogger TONI said...

Ser el único motivado me provoca eso que sucede detrás de las orejas cuando estás solo en un lugar. No me digas que nunca lo has sentido...

En fin, que si, que Mateo tiene razón en todo... Que hay que desmitificar, que hay que aceptar... bueno, MATEO, que tiene nombre de niño que se convierte en rata, es uno de esos sabiondos estúpidos del siglo XXIII (23), pero al fin y al cabo tiene razón

Houelebecq dice en Plataforma que una vez se subió a lo más alto de una montaña, y era tan angosta la bajada que sus dos opciones eran quedarse allí para siempre, o lanzarse al vacío. Efectivamente, bajó a duras penas por dónde había subido, pero en todo caso, la segunda opción era la más adecuada. Disfrutar eternamente del hecho de morir...


PUEDE QUE FUESE UNA MONTAÑA... O UN RASCACIELOS. MORIR EN MANHATTAN?

 
At 06 enero, 2007 13:03, Blogger TONI said...

Ser el único motivado me provoca eso que sucede detrás de las orejas cuando estás solo en un lugar. No me digas que nunca lo has sentido...

En fin, que si, que Mateo tiene razón en todo... Que hay que desmitificar, que hay que aceptar... bueno, MATEO, que tiene nombre de niño que se convierte en rata, es uno de esos sabiondos estúpidos del siglo XXIII (23), pero al fin y al cabo tiene razón

Houelebecq dice en Plataforma que una vez se subió a lo más alto de una montaña, y era tan angosta la bajada que sus dos opciones eran quedarse allí para siempre, o lanzarse al vacío. Efectivamente, bajó a duras penas por dónde había subido, pero en todo caso, la segunda opción era la más adecuada. Disfrutar eternamente del hecho de morir...


PUEDE QUE FUESE UNA MONTAÑA... O UN RASCACIELOS. MORIR EN MANHATTAN?

 
At 08 enero, 2007 13:57, Blogger Ben Clark said...

No te duermas.

 
At 08 enero, 2007 14:44, Blogger . said...

estaba echando sólo una cabezadita...con un ojo semiabierto, casi siempre.

de todas maneras muchas gracias amigo. está bonita la carrera. me da igual que gane alonso o no.

lo importante es participar!

toni: ya tengo pensada la escenografía. sólo nos falta la historia. poca cosa. los actores ya los tenemos. he estado hablando con mateo.

;)

un abrazo a los dos!

 

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