miércoles, abril 18, 2007

Se ofrece callejón sin salida

Que no me sirven mis propios intentos de sentido es algo que ya sé desde hace tiempo. Soy consciente. Y he aprendido a vivir con ello, aunque no sé hasta que punto esto es sostenible…

Y que los vuestros me resultan aún más inocentes e inconsistentes es otra cosa que voy confirmando con el tiempo. Y soy yo el que en mi cabeza se imagina que un día os dais cuenta, cuando ya habeis basado demasiadas cosas allí, de que toca cambiar de sueños, de principios y de fines. No se lo deseo a casi nadie…

Los únicos a los que no me refiero con esto saben quiénes son al leerlo. Sabemos que sólo hay una cosa que es verdad. Que es dura, triste, demoledora. Y que todas esas patrañas que ilusionan son sólo eso, patrañas que ilusionan. Y que son buenas, realmente buenas, sus armas de seducción y convicción. Y el pegamento que os aferra a ellas.

Ver las cosas así es un callejón sin salida tan cierto y tan oscuro como todos los callejones esos que se anuncian, pero no avisan, de que es igual de cierto, y de oscuro, su punto final o intermedio que tampoco tiene salida. Y no hay otro tipo de callejones. Ni siquiera hay otro tipo de calles ni de sitios por los que desplazarse.

Y a veces esto es algo que me gustaría que se reconociera, a escala mundial. Y basar todo lo que hacemos consecuentemente con esto. Una vez limpiada la mierda de las cabezas de todos, podríamos seguir con una vida idéntica a la que tenemos, si siguiéramos queriendolo, que es lo que dudo de verdad.

Aseguro que se puede vivir aparentemente como todos sin creer en nada de lo que dicen, riéndose de esa otra manera.

Las pocas coincidencias que entonces se producen tienen otro sabor. Lo más cercano que he estado de la verdad. Lo más alto que he volado en mi vida.

Realmente, si soy sincero, no. No tengo sueños. Pero tengo unas cositas en la cabeza que se les parecen. Pero repito, no son sueños. Los sueños no suelen acabar.