jueves, febrero 22, 2007

Good morning to everyone

A mi, personalmente, me dan asco las mañanas. Al menos las de la gran ciudad.

Más aún si hablamos de esas horas intempestivas de entre las 7 y las 10. Justo cuando amanece el cemento. Cuando se mezclan en el metro todas colonias y champuses del mundo. Y todos las bostezos y legañas.

No soporto esas caras, dormidas con ojos abiertos. Tapando la parte frontal de la caja que contiene un cerebro que aún sólo sabe que va, y no está muy seguro de a dónde. Sabe que tiene prisa. Que llega tarde. O que hoy han muerto 70 personas más en Irak.

Y los duros son los casos en los que realmente no hay otra opción.

Todo esto nos caracteriza. Así se nos estudiará en los libros, dentro de un par de siglos:

Los habitantes de las primeras ciudades salvajes pasaban un período de suspensión mental de 7 a 10 de la mañana. Más tarde, empezaban ya a pensar en algo. En que este trabajo no me gusta. O en que coño hago en esta ciudad. Pero no dejaban nunca de formar parte de la maquinaria. Tenían sueños artificiales, y objetivos plastificados, envasados al vacío. Esperaban el fin de semana como eso mejor del mes, y el mes de vacaciones como eso mejor del año. Eran inconscientes, por mucho que leyeran la prensa gratuita, que cada día morían 70 personas en Irak.

Y así no se puede vivir. Porque eso es supervivencia. Y para poder arreglar esto que critico no hace falta la lotería. Otra pieza más del camino somnoliento.

De hecho, no hace falta el dinero. No más del justo para vivir. Y no depende ni siquiera del trabajo, lo que uno hace para tener pan cada día.

Hace falta algo. Todavía impreciso en mi cabeza. Que ahora mismo me funciona. Pero ahora entiendo que es muy fácil. Que soy aún estudiante. Y eso amorfo es sólo la versión para niños del duro tratado del mundo. Una especie de monopoly. Con caritas sonrientes por las calles. Y con cárceles de mentira.

En la vida real, lo realmente preocupante son todas esas cabezas que no hacen más ni menos que yo, por el hambre en el mundo y por el cambio climático. Pero que han olvidado, y de eso no tengo ninguna duda, si les gusta o no su trabajo. Y que coño hacen en esta ciudad. Y no hace falta mirarles las caras. Pero es necesario mirar los pulmones. Las venas. Los huesos.

Y hacerlo luego con el cuerpo propio. Y ahí se está en condiciones de pensar por uno mismo. De expresar el lado más humano, o asombrarse, sin asustarse, del tremendo y común egoísmo. Para entonces querer arreglarlo. O ir tirando con alguna chapuza. Y una vez en este camino el resultado no es lo más importante. Porque cada uno tiene su ritmo. Y si uno lo traiciona, sufre las consecuencias.

Una vez hayamos conseguido esto en todos los seres humanos, no. No haremos un suicidio colectivo. Simplemente, esperaremos a ver lo que pasa.

Lo sé, no todos los que se levantan a las 7 pertenecen a esta raza. Gracias a Dios. Él lo hace posible. La existencia de virutas brillantes entre tanto tornillo oxidado.

Os pido un poco de comprensión. Son las 7 de la mañana. Me voy a la cama, a continuar siguiendo soñando.

Buenos días a todos.

1 Comments:

At 22 febrero, 2007 23:02, Blogger Ben Clark said...

Anoche no dormí hasta entrada la madrugada, y tengo por delante diez horas de oficina, entonces qué demonios provoca está sonrisa a las 7.35 de la mañana?

(del corto 7.35 de la mañana, que podría, creo, acompañar perfectamente este post genial, gracias Gsu, de corazón)

 

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