jueves, mayo 24, 2007

A la chica del nombre corriente

Hay cosas que acaban como una palmada en la espalda. A dos años luz de distancia. Un golpe finalmente seco que enmudece entre la piel y la ropa. Y todo ha quedado ahí.

Las cosas habían sonado siempre diferente. O igual. Pero distinto*.

Nos hemos quedado solos, anclados al suelo por un corto periodo de tiempo. Pero no se oyen las lágrimas,
ni el crujido,
ni la música triste que diga que toca al menos llorar un poco. Que lo que pasa en nuestras vidas tiene importancia en ellas.

Y esto no hace que no pese.

Al contrario, abro la boca e intento gritar. Pero no puedo. Tengo en la garganta el nudo más grande. Cada palabra que intento decir se convierte en emoción. Tanta que podría callarme para siempre. Quedarme aquí llorando. Morir de hambre o ahogada.

Porque nadie ha engañado a nadie.

Y por tanto no hay a quien dirigirse, chillando los motivos de la renuncia, del a-sentimiento. Ni siquiera el entorno, esta vez de nuestra parte, estaría dispuesto a escuchar el sermón, la rabia pausada, la explosión nanométrica. Las ganas que tengo de decirte, cuando un día lo sienta por dentro, que ya no eres nada en mi vida.

Simplemente, deduzco, esta es una historia de aquellas de cine bueno. El guión gris de una peli en color que no era muda, ni aburrida, ni absurda. Que sólo era una peli más con tanto derecho a seguir como a acabarse.

Y se acabó.

3 Comments:

At 28 mayo, 2007 14:11, Anonymous Anónimo said...

No dejes de escribir... aquí o en Francia... Será como conversar un ratito contigo, un par de veces por semana.

 
At 28 mayo, 2007 17:06, Anonymous Anónimo said...

ya no me quieres nada, no me llamas ni pa pipas...

 
At 05 julio, 2007 23:25, Anonymous Anónimo said...

suso vuelve...

 

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