miércoles, marzo 28, 2007

Saliendo de un sitio donde vendan alcohol

Y me doy cuenta, releyéndome a veces, que uso mucho la i griega, osea la y, al principio de lo que escribo.
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No porque me guste, ni porque lo piense con antelación. Me sale así.
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Y he llegado a la conclusión, después de darle un par de vueltas, de que lo hago como si ya hubiéramos hablado mucho rato. Como si ya casi no hiciera falta que habláramos los dos. Y con algo de prisa, con algo de tiempo también, empiezan a limpiar las mesas. A echar a la gente del bar. Y una especie de último razonamiento, con la ventaja de ser último, de estar supuestamente más razonado, se expone diferente a los otros. Se separa con una letra de los demás, desde el segundo hasta el penúltimo. Aplazando la discusión, sin duda, para otro rato, escuchamos los dos lo que digo. Cogemos las chaquetas y salimos del bar.
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Los viernes por la noche son un espacio, a parte de un tiempo.
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Todo sigue gris. Entre claro y oscuro.

lunes, marzo 26, 2007

Cinco de la mañana

( ♪ trashing days, the notwist ♪ )
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Se da mucho el que te digan que eso no tiene sentido. Que es una tontería. Una estupidez. Y rascas en su pasado, y encuentras pequeños compases de una música similar. De un antecedente contradictorio. Los corcheas con puntillo que no le dan la razón a nadie.

De manera que yo, como otros muchos, podría decir aquello de que nada tiene sentido, que aunque la vida es bonita se vive en un mundo de mierda y que dependiendo de mis circunstancias, del que sean medianamente aceptables y yo me considere afortunado o no, decidiré si seguir en el mundo o no. Demostraré que puedo o no soportarlo. Y en caso negativo haré alguna de esas cosas, elegir un puente, una vía de tren, un rascacielos al que tenga acceso fácil, el gas o la dulce sobredosis.

Pero claro, en estos momentos mi opinión no cuenta para nada, porque son las cinco y sigo coleando.

jueves, marzo 22, 2007

Jugar sin los coches

( ♪ mama, won't you keep them castles in the air an burning?, clap your hands and say yeah ♪ )
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Cuando llega el momento ya no tengo fuerzas. Se han ido ellas y el motor que las originó. Dudo incluso de haberme preocupado tanto en el momento. Cuando todo estaba caliente.

Y ahora que ha pasado el tiempo lo contemplo como una batalla. Ni perdida ni ganada. Una batalla, simplemente. Entiendo que me ha hecho crecer. Como a tí. Pero pareces tirar por la borda las redes. Como el pescado. No te entiendo.

Sólo estoy jugando. El problema es que confundes este verbo: jugar. Piensas que es algo de niños. Como según qué tipo de humor. Pero si vivir fuera aprender a morir, jugar es aprender a vivir. Liberar carga no para ser más tonto, más ingenuo y superficial, sino para evitar el pesimismo, potenciar el realismo. Para ser capaz de hacer cosas bien y mal, pero nunca tan bien ni tan mal.

Ojo con el suelo, que sirve de descanso a las axilas. Pero está mojado. Y vuelve a llover sobre él. Y el agua asciende por capilaridad. Lo empapa todo mientras no lo impida la energía potencial. Y si la base es grande, el agua acumulada es mucha. Demasiada para reemprender la marcha. De ahí a echar raíces hay un paso. Imposible moverse entonces.

Este es un tema que me encanta. La naturaleza es estúpida, pero muy compleja. Nosotros somos relativamente inteligentes, pero muy simples. Eso les hace pensar a algunos que la naturaleza es sabia. Les confunde. Y a muchos nos convence de que es bella, al menos mientras seamos más simples que ella. Es cuestión de milenios. Entonces dejaremos de apreciarla. De escribirle poemas al amanecer, que no al atardecer, metáfora de lo que se avecina.

Empezamos a mirar los teléfonos antiguos como hacemos con las sillas, las bonitas viejas y de madera. Como hicieron con las cabañas, igual que seguimos haciendo nosotros.

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se recomienda llegar a este punto a los 18 segundos del segundo minuto de la canción

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Simpatía por la situación, no exclusivamente por la esencia de nada. Contextualización. Uno mismo y sus circunstancias, abrazando las de su entorno, parte de otros. Casualidad aleatoria de estar viviendo la vida juntos. Entonces respeto. Teniendo en cuenta que se puede atacar con respeto. Absolutamente todo es amable (de amar) y despreciable (de odiar). Pero absolutamente todo tiene un eje giratorio, en cualquiera de las direcciones. Y automáticamente con esto surge el respeto. Y el ataque. Lo que unido a esas reglas que no se pueden escribir, pero que están, conforman parte del juego.
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No de la vida, pero del juego.

lunes, marzo 12, 2007

Se admiten sugerencias

( ♪ hide and seek, imogen heap ♪ )
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Hablaba ayer con un conocido. Uno de estos con los que hay buen rollo, aunque nunca hayas consumido cerveza a su lado.

Al despedirnos me acordé del final del último post. De la recomendación musical. Y le dije, ya casi entre dientes: Y más Smashing Pumpkins…

Y entonces él se rió, se vino hacia mí. Me dio una palmadita y con la risa del que vuelve al que va me dijo: Y más White Stripes…

No sé si él lo recuerda. Pero ya lo hablamos una vez. Le sonaban los Smashing Pumpkins…Y esto fue hace un año quiza…Pero decía que le resultaban muy estúpidos. Que su afán por hacerse famosos no le parecía de fiar. Que a él le encantaban White Stripes. Y yo le dije que no sabía mucho de ellos. Lo apunté en la libretita.

Con aquella palmada me insinuó que no había echo ningún esfuerzo, que ya estaba todo decidido: sus amigos eran mejores. Y al girarse se puso los auriculares. Y espero por Dios que no se fuera escuchándoles de nuevo. Y esto lo digo porque me cae bien, porque me sabría mal que fuera una de esas personas con esta actitud. Las hay. Y muchas.

Pero este el caso pacífico, el del lugar donde no pasa nada. Donde pierdes o ganas poca cosa. No importa demasiado el grupo. Tan sólo unos pocos variados conceptos que a grandes rasgos se repiten. La elección de los matices es bastante aleatoria.

Lo jodido es el caso otro. El de esos seres a los que les falta en la boca el lo que yo te diga castizo. Los que a la hora de juzgarte no sólo cogen la puntita como icono, sino que la congelan y la eternizan en la cumbre. Y ahí te has quedado tú. Y no quieres seguir su camino. Y seguramente lo pagues caro.

Me parece una falta de sensibilidad, el creer que alguien dice algo para siempre. Y el pensar con la memoria también.

La memoria es para recordar. Es una herramienta. Almacena recuerdos. Y con esos recuerdos se pueden generar pensamientos actuales, valoraciones, juicios, previsiones…pero no Pensar en mayúsculas. O ahí es cuando vienen los problemas. Cuando hierven los nacionalismos. Cuando las guerras duran más de lo que tocaban. Porque a veces la guerra tocaba. Ciertas veces toca matar. Ciertos seres lo merecen.

viernes, marzo 09, 2007

De presión

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¿Cuántas rectas existen

perpendiculares a otra recta R

que pasen por un punto P externo a R ?



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Llegado a este punto sabes que hay algún truco. Y que si bajas encontrarás la respuesta. Pero quieres resolverlo por ti mismo. Y no puedes.

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Una no es la respuesta. Eso es infinitamente incorrecto. Pero solemos darlo por bueno. Solemos aceptar pulpo como animal de compañía.

La verdad es que podemos estar hablando de una recta negra, o de una azul, o roja, o color pistacho…

¿No te has sentido solo tras esta respuesta? A mi me pone los pelos de punta. Cuántos factores se nos escapan cada vez…los mismos que nos hacen pensar que algo, cualquier cosa, esta concluido.

Te diría que no lo des todo. Que es lo que sueles hacer. Que no lo digas todo. Que no lo pidas todo. Que no lo confieses todo. Que no te entregues hasta el fondo. Que no luches del todo hasta el final. Que no aprietes la tuerca al máximo, ni el tapón de la botella de Cacaolat. Porque salta. Y esto no es una justificación, pero bueno.

Lo único que te mantiene expectante, ilusionado, esperanzado, creyendo que ya hablaremos mañana y que dale tiempo al tiempo, es que no consigues la mayor parte de lo que te propones. Y estoy hablando de las cosas grandes de la vida. Una vez por imposibles, quizá sólo para ti; pero otras porque los planes son de un plazo tan largo que cuando te llega ya son otra cosa. Como acabar la carrera. Como querer hacerse mayor. Como querer volver a ser joven. Aunque en las pequeñas, que suelen darse en periodos más cortos, sucede el simulacro. El vacío que representa el querer algo y conseguirlo. Quizá no de manera instantánea, mientras burbujea el champán. Y en ningún caso cuando esas ya sean tus ambiciones reales, finales. Pero sí cuando aprendiste a nadar. Una vez te volviste anfibio. Llámale involución si quieres.


Recuerdo perfectamente cómo he abandonado cosas por reconocer que eso no es para mí. Tantas como las que he dejado de lado al conseguirlas. O poco después.

Recuerdo cómo pensaba en lo caras que estaban las golosinas últimamente. En que ya casi no quedan sitios de aquellos en que las venden por unidad, no por peso. Y un día fui a comprar al Lidl y ya está: 3 euros por un kilo. Se acabó. Hago mezclas con limón y fresa, a ver si sabe a naranja. Me las como de tres en tres mientras escribo esto.

Y recuerdo alguna de esas cosas que no se van de inmediato. Sino como vinieron. Poco a poco. ¿Así llegan muchas cosas no? Los grupos de música por ejemplo. Me refiero a los que te gustan y a los que no. Pero me estoy acordando concretamente de cómo me empeñe en que tenía que haber una vela, ligeramente teñida de rojo, en una esquinita de mi casa. Acompañándome toda la noche. Y la busqué. Y la puse. Y me ha hecho compañía largas noches de entrega. Algunos ratos más distendidos. Momentos de esos únicos, contigo solo, con alguna canción, mirándola allí arriba. Reconociendo que está genial en ese sitio. Pero ya está. Ya no la enciendo. No cumpliría su función.

Esto son dos ejemplos de mis más grandes triunfos. Y ya no están aquí.

Los seres que tienen muy claras las cosas, que saben cómo quieren rellenar su vida, los que van a por algo, lo consiguen y lo disfrutan eternamente, es probable que no estén leyendo esto. Y en ese caso se deben de estar aburriendo mucho. O pensando que soy triste, o depresivo, o locuras por el estilo. Y me gustaría saber cómo me imaginan los que no me conocen, a juzgar por las cosas que digo.

El sentido que le encuentro a las cosas está por encima de mis tontas y pobres sensaciones (que por otro lado algunos dicen que son la cosa más grande del mundo), y además está vacío. Porque no hablo de sentidos temporales, caprichosos, románticos, ingenuos ni egoístas.

Pero llegados a este punto siempre me pasa lo mismo. Digo olvídate de esto y hago yo en parte algo parecido. Realmente no tengo nada atractivo para convencerte. Ni siquiera una parte de mi cabeza lo consigue hacer con la otra. Pero eso no me quita la razón. Lo único de lo que estoy realmente convencido. Mi Dios. Mi credo. Que dice, como tantos otros dioses, que puede con el vuestro. Que lo aplasta de un plumazo. Y que acepta, en ocasiones, los cambios de chaqueta. Esa es su mejor virtud. Con eso os derrota a la mayoría.

Por eso te digo, porque te quiero, que no lo des todo. Que es lo que sueles hacer. Que no lo digas todo. Que no lo pidas todo. Que no lo confieses todo. Que no te entregues hasta el fondo. Que no luches del todo hasta el final. Que no aprietes la tuerca al máximo, ni el tapón de la botella de plástico del Cacaolat. Porque salta.

Y aunque acabemos haciendo todos lo mismo, aunque aceptemos todo el zoológico como animal de compañía, no se si tú también estás pensado por dentro en mirarme a la cara. En cerrar los ojos un poco y retarme a apretar para siempre la tuerca, hasta destrozarme la muñeca. En decirme de la misma manera que lo hacías cuando eras pequeño: ¿A ver si tienes cojones? ¡Con todas tus ganas!

Y ya veremos lo que queda en pie, señoras y señores, después de la publicidad.
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( ♪ beautiful, smashing pumpkins ♪ )

martes, marzo 06, 2007

Justicia no es la palabra



Justicia: Virtud que nos hace dar a cada uno lo que le pertenece


Érase una vez unos acusados por acción terrorista que en vez de defenderse en el juicio pedían a gritos su implicación en temas relacionados con la venta de hachís, el robo de dinamita y el tráfico de armas, órganos y dvds.

Tales eran sus aspiraciones. El sueño de cualquiera. Lo que un padre decente querría para su hijo.

Uno de los acusados sugirió el utilizar su propia máquina del tiempo para volver al pasado y desactivar las bombas justo antes de la masacre. Pero obviamente su propuesta fue rebatida por la fiscalía alegando, y cito textualmente, alteraciones demasiado importantes en la estructura espacio-temporal. Lo cual era previsible. A nadie se le ocurren estas cosas hoy en día.

El juez acepto este recurso y no cedió ante el chantaje. No se dejó camelar. Los declaró culpables a todos. Impuso la lógica y la justicia.

Chapuzas y propuestas absurdas a aparte, les condenó a buscar hasta la última de las 191 almas liberadas en Atocha. A fabricar posteriormente otras tantas vidas idénticas a las originales, en las que los familiares no hubieran sufrido absolutamente nada. Y a construir con sus propias manos 191 cuerpos iguales o mejores que además debían de formar libres de toda enfermedad genética que fuera a detectarse en los 75 años siguientes al atentado, como medida especial de compensación.

Era de especial importancia que no quedara cicatriz de las heridas necesarias en el cráneo para insertar las vidas y almas respectivas, de manera que los ex-fallecidos nunca llegaran a sospechar nada.

Gracias a Dios, esta vez se hizo justicia en el Cielo.

Y gracias al Diablo, su homólogo en el Infierno, aquí abajo en la Tierra no está pasando lo mismo.

No hay materia prima para construir vidas hechas. Ni sabemos fabricar cuerpos humanos. Ni podemos cazar almas liberadas, y guardarlas en un bote. Y en caso de que pudiéramos, seguramente no sabríamos cómo mezclarlo todo, cómo atarlo y coserlo en una pieza, de manera que funcionara.

Es el de Madrid un juicio tristemente fracasado desde el prinicipio por definición.

viernes, marzo 02, 2007

Nada que ver con el Amazonas

( ♪ it's not the worst i've looked, lali puna ♪ )



Este texto te permite seguir vivo durante dos o tres minutos más. Lo que tardas en leerlo. Y ahora cuando acabes cambiarás de liana. Y no quieres oír hablar de ninguna cuerda. Y te enfadas si se cuestiona. Por no hablar del ramaje. Por no mencionar los troncos ni las raíces…¡Y me acusas de que yo hago siempre lo mismo! Y me miras con un cierto brillo en los ojos…Pareces haberte emocionado. Pero es probable que no tenga nada que ver con eso. Que sólo te haya entrado algo en el ojo. O la alergia de primavera… ¿Cómo puedes ser tan hipócrita? Entiendo que no te das cuenta. Que no has podido elegir en ninguno de los momentos. Que esto toca o no toca. Al principio, en medio o al final Y que si estamos en costados diferentes nunca llegaremos a comunicarnos, aunque a este lado del río reconozcamos que tampoco suceden aquí tales cosas, que alguien se mire, se hable y se entienda. Pero lo callamos sabiendo a medias el motivo. Porque la verdad es que siempre queda ese derrape final. Los puntos suspensivos más largos del mundo. Y esa es la única certeza detectable. No hay realmente más sentido. Aunque siempre te empeñes en ello. Y aunque insistas de nuevo en que yo hago siempre lo mismo. ¡Y ya te estás repitiendo!. Clavándote tú solo la espada en el pecho, justo contra la pared. ¡Cállate y escucha un momento! ¿No ves que en el instante en que la razón te deje totalmente tirado, no tendrás tiempo para reconocerlo?¿Qué estarás demasiado ocupado muriéndote?

Sólo tenías que haberlo reconocido en alguno de los momentos en los que estuvimos hablando. Mientras nos encontrábamos en el mundo. Y podrías haber seguido total y perfectamente con tu vida. Destrozándolo todo con tu cabeza. Manteniendo la impresión de que todo funciona correctamente, que es la manera de moverse por la jungla. Podrías haber caminando por la calle sin que la gente percibiera tus explosiones cerebrales. Y habrías sido capaz de reírte como lo haces, pero habiendo tenido aún más motivos. Y esto sea seguramente también lo que no quieras comprender. Que hay algo infinito. Fijo. Estable. Y que niegas tu tendencia en su dirección porque sólo avanzas a la velocidad que te marcan los palos de la vida. Un pobre combustible. Responsable sin embargo, de la historia universal. E intento con esta frase pedir perdón a los ofendidos. No porque me arrepienta. Pero sé que hay personas a las que esto les sienta mal.

Deja de ser ya un niño que se empeña. Conviértete en un ser humano aparentemente de cartón piedra, realmente compuesto por una sola pequeña llama, consciente de su pronta e inevitable extinción.

Eso da fuerzas, lo prometo, para las cosas que podríamos llamar consistentes. Y no porque realmente lo sean. Ni muchísimo menos. Pero es nuestra manera de hablar. Un dialecto que utilizan los inmigrantes de esta parte del río.